Vista desde El Nido de Navasa

El nido

Estábamos buscando un hogar y lo encontramos aquí. Esta casa es el nido de nuestra pequeña familia y una puerta abierta para aquellos amigos y visitantes que adoran la cultura y la naturaleza de este rico entorno.

El nido de Navasa se encuentra a los pies de la preciosa iglesia de este pueblecito del Prepirineo aragonés, a medio camino de Jaca y Sabiñánigo, bajo la rotunda Peña Oroel, y fundido al frondoso barranco de Las Viñas, zona natural protegida.

Este nido es un lugar en el que los animales son bien acogidos y se cuida de las plantas. Es un lugar desde el que conocer, disfrutar y proteger tanto del medio ambiente como de la obra del hombre en un territorio privilegiado. Es un lugar para vivir.

martes, 10 de noviembre de 2020




Si estás planeando una futura escapada al Pirineo, has encontrado la casa ideal. Cerca de Jaca, con buenas vistas, terraza y jardín, y sobretodo,relax y tranqilidad. Tanto si viajas en grupo como en pareja, consúltanos sin compromiso y resolvemos todas tus dudas 😉.

El Nido cumple con los requisitos exigidos a los alojamientos rurales en la situación actual respecto al  COVID-19. Contamos con el sello "Alojamiento responsable y seguro" que el Gobierno de Aragón concede a los alojamientos comprometidos que han realizado una declaración responsable y cuentan con un protocolo de contingencia ante esta situación especial.

El Plan de Contingencia mencionado establece las pautas sobre las instalaciones y personal para minimizar el riesgo de contagio ante la actual situación sanitaria y establece los protocolos de protección necesarios para clientes y trabajadores de acuerdo con las Directrices y Recomendaciones establecidas por el Ministerio de Industria Comercio y Turismo y respaldadas por el Ministerio de Sanidad. Resumidamente esto se traduce en una mayor limpieza y desinfección, realizada con productos recomendados por el Ministerio, ventilación frecuente de todas las zonas, realizando hincapié en las zonas comune, uso de mascarillas y gel hidroalcohólico a disposición del cliente. 

Para cualquier consulta, estamos a tu disposición en el tel. 606209573 o bien en nuestro correo elnidodenavasa@gmail.com ¡Hasta pronto!


sábado, 23 de febrero de 2013

Las estaciones del año

En esta zona, las estaciones del año están claramente diferenciadas, así que el paisaje y la casa también cambian según nos encontremos en una u otra estación. Cada una tiene lo suyo; todas son bonitas. En primavera te levantas con el trino de los pajaros. Los árboles están brotando, ya tenemos algunas flores, el paisaje está verde y es el momento de plantar en el huerto lo que más tarde recogeremos.


Durante el verano, es muy agradable poder desayunar o cenar en el jardín, hacer excursiones al monte, o sencillamente mirar en silencio las estrellas... Aquí no vas a pasar el calor de la ciudad, porque aunque durante el dia haga mucho sol, las noches te suelen pedir una chaqueta fina.


El otoño es una mezcla de verdes, amarillos, naranjas y rojos. Algún dia puede llover, seguimos con buen tiempo y hay menos turismo en la zona, por lo que resulta la época ideal para salir a pasear con la cámara de fotos en mano o hacer una excursión para coger setas y más tarde tomarlas salteadas o en unas deliciosas croquetas.


Por último, llega el invierno. Muchos dias Navasa se viste de blanco y nos ofrece un paisaje de postal. No obstante y si el dia es soleado, podemos tomarnos un buen desayuno en la terraza. Desde aquí podemos acercarnos a las pistas de esquí y pasar un buen dia, para luego volver a casa, sentarnos al lado de la chiimenea contemplando el fuego y saboreando, por ejemplo, un chocolate caliente con repostería casera. Este pasado fin de semana ha habido mucha nieve y el paisaje estaba realmente precioso, así que aprovechamos para compartir estas fotos con vosotr@s; esperamos que os gusten ;-)





domingo, 9 de diciembre de 2012

La iglesia parroquial de Navasa


La parroquial de Navasa está ahora dedicada a la Asunción de la Virgen. Comenzó a edificarse en el siglo XII, cuando al parecer se advocó a Santa Eulalia, patrona tanto de la población como de una sencilla ermita moderna, a la que fue posteriormente transferido el culto de la santa durante algún proceso no documentado. Después de varias modificaciones y ampliaciones, la parroquial, de la Asunción, fue finalmente restaurada en 2010, luciendo hoy un fenomenal aspecto. 


Lo más conocido y característico de la iglesia son sus pinturas románicas, unos frescos realizados a fines del siglo XII, con la posible conclusión de la iglesia, y que fueron trasladados al Museo Diocesano de Jaca, donde forman parte de su espléndida colección de pintura mural medieval. Ubicadas originariamente en el ábside, narraban la vida de Jesús, representado bajo un Pantocrátor sin mandorla rodeado por el Tetramorofos, arcángeles y profetas. Destacan las escenas de la Epifanía y la Huída a Egipto, plenas de naturalidad y colorismo. La personalidad de esta obra ha hecho que se hable de su autor como del Maestro de Navasa.


En Navasa sí podemos contemplar la bella arquitectura del templo. La iglesia es de nave única, con capillas laterales añadidas a posteriori, quizá en el siglo XVI, al tiempo que se levantara la torre y la sacristía. La esbelta torre, símbolo de la población, es de cuatro cuerpos, delimitados por impostas. En el lienzo este del segundo tramo de la torre, la restauración dejó un pequeño ventanal, fabricado con elementos reutilizados, entre los que sobresale un capitel jaqués de gran porte y temática vegetal. La cabecera se compone de ábside semicircular, con presbiterio a menor altura que el resto de la nave. Sus volúmenes están bien señalados al exterior.
Exteriormente, la fábrica de la iglesia es de grandes sillares, perfectamente escuadrados y ajustados, sin marcas de cantería. Toda ella se vería recrecida en altura, probablemente al tiempo que se levantó la torre, y como demuestra el cambio del sillar al sillarejo justo por debajo de la decorada cornisa. El ábside tiene en su centro un ventanal de medio punto y doble derrame. La cornisa viene sustentada por una serie de canecillos, algunos de los cuales muestran decoración a base de rollos, geométricos o bolas.


Al sur de la nave se ven las huellas de una apertura cegada, quizá una gran capilla de arco apuntado, y que sería posteriormente sustituida por las dos laterales, más adelantadas. Bien podría haber sido también la salida a un pequeño claustro, duda que sólo podrá resolver la arqueología. Al lado norte de la nave del templo se ubicó un pequeño cementerio. Al menos resta una graciosa lápida del XIX, situada en el ángulo noroeste de la nave.
Bajo su moderno pórtico, su portada es el otro elemento principal de la iglesia. Más concretamente el tímpano que la decora, al interior de tres arquivoltas de borde biselado, excepto la central, que muestra baquetón. El tímpano, monolítico, muestra un crismón trinitario de ocho brazos, con sus símbolos en posición ortodoxa, y con varias figuras a sus lados, de ambiguo significado. A la izquierda vemos en primer plano un cuadrúpedo, quizá un tosco león, tras el que aparece de medio cuerpo una figura con pechos remarcados y facciones sencillas. Al otro lado, lo que parece un jabalí en primer plano y sobre su lomo, un ave, que aun sin parecerse podría ser, como en la catedral de Jaca, un basilisco, elemento negativo como el jabalí.


Por último, al interior de la iglesia nos encontramos ahora con un espacio sobrio. La cabecera consta de cilindro absidal cubierto por cuarto de esfera. Delante, el presbiterio es amplio, cubierto de medio cañón. Una imposta biselada recorre ambos al nivel del encuentro entre paramentos verticales y bóvedas. Tras el presbiterio, mantiene su estructura un tramo abovedado hasta el primer fajón. El resto de la nave se cubre con techumbre de madera. A los pies del templo hay coro alto de madera, y bajo él, a su lado sur se ha reubicado la pila bautismal rectangular que durante mucho tiempo cumplió funciones de abrevadero en la plaza. Todavía pueden verse en altura los dos orificios donde se hallaban los caños. En las esquinas muestra decoración de sogueado. La mesa del altar la sustentan una serie de columnillas y capiteles neorrománicos que se esculpieron en el XIX procedentes de un arreglo hecho en la Catedral de Jaca.

jueves, 16 de agosto de 2012

En el principio fue Navasa

A casi mil metros de altura, en la cabecera de la Val Estrecha, en una pequeña llanura o ‘nava’ de la que se originó su nombre, se encuentra Navasa. Sus límites los marcan, al sur, el paisaje boscoso del pico de Santa Eulalia y Sierra Buyán, en la vertiente septentrional de Peña Oroel. A sus pies, los campos de cultivo se extienden en suave pendiente hacia el norte, hasta los Capitiellos, formación geológica que la separa de la Val Ancha.

Navasa, con tan sólo unos cuarenta vecinos, pertenece hoy al municipio de Jaca, de cuya capital dista ocho kilómetros, aunque constituyó ayuntamiento propio hasta 1964.


El origen de la población parece vinculado al de Jaca. La primera mención documental conservada data de 1068, cuando aparece en el Cartulario de San Juan de la Peña. Del siglo XII es la iglesia parroquial de la Asunción de la Virgen, antes dedicada a Santa Eulalia. Se trata de un bello ejemplar de románico, con algunas ampliaciones, siendo la principal la de su esbelta torre, obra del siglo XVI. El interior de la iglesia se decoraba por frescos, también románicos. En el Museo Diocesano de Jaca aún puede admirarse la colorista y vital Epifanía procedente de esta iglesia.



Navasa también conserva una ermita de estilo popular, del siglo XVI, con bello empedrado que dibuja grandes flores, y que se dedicó a Santa Eulalia coincidiendo con el cambio de titularidad de la parroquia. En honor de Eulalia, ‘la bien hablada’, se celebraban las fiestas de invierno, el 10 de diciembre. Las fiestas de verano se desplazaron de la festividad de la Virgen al fin de semana próximo al 22 de agosto, y gozan hoy de mucha vitalidad. El pueblo también participa de la romería a la Virgen de la Cueva, en el monte Oroel, un domingo de finales de mayo o principios de junio, y junto a los vecinos de Jaca, Ara, Barós y Ulle; y en menor medida de las de San Indalecio en San Juan de La Peña y Santa Orosia en Yebra de Basa.



Uno de los valores principales de Navasa es su urbanismo y arquitectura popular, que en general ha sido bien conservada. Su núcleo urbano se extiende a lo largo del eje que es la carretera a su paso por el pueblo, con la Plaza Mayor como claro centro organizador. Notable muestra de la arquitectura tradicional de la zona son los pasadizos en arco, como en la calle Los Arcos, así como la construcción  en piedra y los tejados de losas. Muchas casas tienen  sus muros revocados según uso antiguo, y en algunas aún se ven ventanas adinteladas de los siglos XVII y XVIII. Otros elementos de interés son el pozo de la iglesia, o los restaurados pajar y herrería.
   

De entre su arquitectura destaca su conjunto de eras y bordas, declarado Bien de Interés Cultural por el Gobierno de Aragón. Las bordas de Navasa constan de cuadra en planta baja y de un piso superior que sirve de almacén de forrajes. Las fachadas principales que dan a la era presentan puerta abovedada de arco rebajado, o adintelada con carguero de piedra o madera, y gran vano rectangular sobre la puerta, insertado en el frontis, por el que se introducía la paja y al que se accede mediante escalera manual. 
   

Navasa, que siempre ha constituido una pequeña población, pasó de los 12 fuegos contabilizados en el fogaje de 1495, a los 121 y 137 habitantes de los padrones de 1857 y 1900, respectivamente. Durante el siglo XX fue perdiendo población, recuperada en parte durante los últimos años gracias al nuevo barrio de Chistorré. Hoy en día alcanza los 40 vecinos de una población bastante joven.